Mercedes-AMG GT GT3: la estrella de las carreras

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El Mercedes-AMG GT GT3 es emoción pura, un coche de carreras que te hará vibrar por su espectacular diseño y, sobre todo, por el atronador rugido de su motor.

Un coche de impresionante diseño y que promete grandes emociones, nos disponemos a probar el Mercedes-AMG GT GT3, es decir, el GT de carreras. A la orden de arranque responde el profundo rugido del motor de 8 cilindros. Con su aspiración atmosférica, puede que el 6,3 litros le imponga algo de respeto a San Pedro: durante las siguientes nueve vueltas, la pista de 4,2 kilómetros se salva de la lluvia italiana. La versión de carreras GT3 del Mercedes-AMG GT está lista para nuestra exclusiva prueba en circuito.

Mercedes-AMG GT GT3: glorioso atmosférico

Mientras el glorioso motor atmosférico de 8 cilindros en V se va acercando a su temperatura de trabajo, Thomas Jäger cierra desde fuera la ligera puerta de fibra de carbono. Las puertas de ala de gaviota del SLS ya son historia. "Al principio, al cambiar de conductor, me daba siempre en la cabeza, por lo acostumbrado que estaba a las puertas de ala de gaviota", nos cuenta sonriendo el piloto de taller y desarrollo de AMG, y añade: "Pero, como han ampliado la entrada respecto a la del SLS, ahora podemos hacer más rápido el cambio."

El piloto se sienta en una posición relajada sobre una caja de fibra de carbono con asiento de espuma. No sólo los pedales, sino también el volante puede ajustarse ampliamente en sentido longitudinal. En esto último no sólo se queda siempre "corto" (nunca mejor dicho) el GT de serie, sino también muchos otros coches de carretera.

Pisamos el pedal de embrague y tiramos de la palanca de cambios derecha: con un crujido metálico, la caja de cambios secuencial de carreras, situada en el eje trasero según el principio del "transaxel", engrana la primera marcha. Acto seguido, el embrague de carreras no actúa con brutalidad, sino que reacciona incluso relativamente tarde para un coche de carreras, permitiendo un control más sencillo. El GT sale trotando de la calle de boxes. Al concierto de 8 cilindros se unen ahora los ruidos mecánicos de la transmisión, pero la fenomenal tormenta del motor domina casi por completo su acústica habitual de coche de carreras.

Mercedes-AMG GT GT3: nos movemos

En la vuelta de reconocimiento a bordo del Mercedes-AMG GT GT3, aprovechamos para calentar los neumáticos slicks hasta su temperatura óptima de máximo rendimiento. Es el momento de conocer mejor al purasangre del "establo" de AMG. A diferencia de la versión de serie, bajo el capó del GT3 no se esconde el motor de cuatro litros, 8 cilindros en V y doble turbocompresor, sino el clásico atmosférico de 6,3 litros que ya trotaba tanto por las carreteras, con 631 CV, en el SLS AMG Black Series, como en las pistas de carreras en el GT anterior, el SLS AMG GT3.

La frecuencia de mantenimiento se ha reducido desde los 14.000 km del SLS GT3 hasta los 20.500 km actuales. Esto ahorra dinero, pues tan sólo revisar el motor del GT3 ya cuesta 30.000 euros, lo mismo que un CLA 180 recién salido de la fábrica.

Con las ruedas ya calientes, pisamos a fondo: el GT3 se abalanza por la recta de salida. 550 CV impulsan un peso de homologación de 1.285 kilos. De este modo, el GT3 no sólo es 360 kilos más ligero que su hermano de carretera GT S, sino que incluso ha adelgazado unos 50 kilos respecto al coche de carreras SLS.

Verde, amarillo, rojo... Las luces de la pantalla frente al volante titilan nerviosos mientras el atmosférico de ocho cilindros avanza con ansia hacia su máxima potencia en torno a las 7.500 rpm. Tercera, cuarta, quinta marcha, frenada dura frente a la primera curva y bajada de marcha.

Previamente, Thomas Jäger había ajustado el sistema ABS al nivel 7 con la ruedecilla amarilla de la consola central. "Normalmente hay diez niveles distintos de ABS. Para el Anillo Norte, con tantas ondulaciones en las que el pedal se puede poner duro, hemos introducido un nivel extra", nos contó. Ahora, al frenar con fuerza, se encienden brevemente dos lucecitas azules a los lados de la pantalla. "Cuando se bloquean las ruedas delanteras, se encienden las luces azules; cuando lo hacen las ruedas traseras, se encienden las rosas. Esto ayuda a mantenerse dentro del rango de control, ya que no siempre es posible notar con el pedal cuándo se tiene deslizamiento", nos informa el piloto del equipo tras nuestra prueba.

La ruedecilla azul que hay junto a la de ajuste de ABS se encuentra en la posición uno de diez. Sirve para regular al control de tracción, ajustado ahora al modo "no-rompas-nada-señor-periodista". A efectos prácticos, esto significa que, si uno se pasa pisando el acelerador, el sistema de control se encarga de pararle los pies relativamente rápido y con suavidad, avisándolo con un zumbido de fondo. Así, ni siquiera los principiantes tienen que temer reacciones bruscas.

Es asombroso lo rápido que le coge uno confianza al GT3. Con una distribución del peso de 49 : 51, la bien equilibrada versión de carreras del GT es relativamente fácil de conducir. "El eje delantero responde aún mejor. Así, el GT se deja conducir con bastante mayor precisión que el SLS. Ése tenía el eje delantero un poco pesado, y se notaba más el peso", explica Jäger. Sin embargo, en las curvas estrechas, el GT3 tiende hoy a un ligero subviraje. "