Darse una vuelta con un Mercedes-AMG G65 por Nueva York

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Un Mercedes AMG G65 cuesta en los EE.UU. unos 218.825 dólares, sin duda, una cantidad suficiente para que se haga notar por las calles y barrios de la ciudad más emocionante del mundo, como comprobamos al desplazarnos por Nueva York,  entre Brooklyn y Manhattan, con el G de doce cilindros.

Si queremos llegar a nuestro punto de encuentro no siempre es aconsejable, dada la densidad media del tráfico, hacer precisamente lo que indica la guía de viajes: pasear con la mochila a hombros a través de Sao Paulo en Brasil, acariciar los perros callejeros en Bucarest, o poner chili extrafuerte para condimentar nuestra comida, en San Antonio, Texas. La conducción por las calles neoyorquinas de Manhattan también forma parte de esta lista. Aparcar es imposible y las plazas de parking resultan más caras que las viviendas más antiguas de la localidad de Schwabing en Baviera, y girar a la izquierda está casi siempre prohibido, excepto por la noche o en la zona de Brooklyn.

East River con un Mercedes AMG G65 

 

En el otro lado del East River -que aunque su nombre indique lo contrario no se trata de ningún río sino de un brazo de mar entre las islas de Long Island y Manhattan-, nos está esperando un Mercedes AMG G65  nuestro tour. Un conductor trae el coche hasta el parque del puente de Brooklyn. Un puente que desde hace más de 130 años une el extremo sur de Brooklyn con Manhattan, el corazón de Nueva York.

Antes de la división actual, con Manhattan como núcleo de la ciudad de Nueva York, Brooklyn era una ciudad independiente al otro lado de la orilla. La construcción del puente unió las zonas derecha e izquierda del East River, con un millón de habitantes en cada lado, convirtiendo Nueva York en la ciudad más grande del mundo, alcanzando por entonces los 2,5 millones de habitantes. Y provocó un crecimiento constante y, diez años más tarde, con el cambio de siglo, vivían un millón más de habitantes.

Hoy en día la población ronda los 8,5 millones de habitantes entre los cinco condados de Nueva York: Manhattan y Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island. Parece que no pocos de ellos se han reunido en el parque, sentados sobre la hierba o frente al agua tomando café en vasos de cartón. Forman una colorida combinación: hipster y muchos seguidores de diferentes religiones ataviados con diferentes vestimentas según sus creencias se mezclan a la vez con transeúntes más ortodoxos.

Nos subimos al Mercedes AMG G65

 

El conductor que nos trae el Mercedes AMG G65 nos da un breve breefing informativo de ciertas funciones del modelo, esencialmente para que no accionemos los bloqueos de diferencial. No, no lo haremos. Y ante la curiosidad de un transeúnte que mira con asombro el llamativo Mercedes AMG G65, le comenta en broma que se trata del coche de Paul McCartney.

A continuación, nos convertimos en objetivo con el Mercedes G de al menos diez smartphone y sus cámaras antes de comenzar el camino hacia la rampa del puente. Destino que no resulta tan fácil encontrar, incluso a pesar de las indicaciones del navegador que nos dice que cojamos la cuarta calle a la izquierda. Algo que no es posible pues resulta ser dirección contraria. Y al buscar alternativas, nos encontramos con que las siguientes calles son también de dirección contraria o callejones sin salida.

El navegador de serie que incorpora nuestro Mercedes AMG G65 tiene un precio de 220.000 dólares, lo que en la marca de Stuttgart no es demasiado, por lo que no resulta la opción más completa. El Comand Online está incluido de serie para el mercado de Estados Unidos en la radio satélite Sirius XM, con lo que ofrece música para todos los gustos. Esto nos permitiría encontrar la banda sonora más adecuada para circular por Nueva York, sin embargo no acertamos a encontrarla. No damos con la adecuada para una ciudad tan colorista, diversa y caótica.

El Mercedes AMG G65 cruza el puente de Brooklyn

 

Para un novato en la ciudad de Nueva York no resulta nada fácil moverse en medio del denso tráfico. Cruzar el puente puede ser toda una odisea. Las aberturas para el paso de la carretera a través de los arcos en los muelles del sur aparecen ante nosotros como las ventanas de una catedral gótica. Esto no es una coincidencia, dado que su diseñador, el ingeniero responsable de la construcción del puente de Brooklyn, John August Roebling, nació en Mühlhausen, Alemania, y la influencia de la iglesia gótica de su ciudad natal con la forma de sus ventanas se deja entrever en su obra. Fue un pionero en la construcción de puentes colgantes.

Siempre hay mucho que contar sobre el puente más importante de la ciudad. Roebling murió antes de que se iniciara la construcción por una infección después de sufrir la amputación de los dedos del pie al serle aplastados por un ferry mientras estaba en el muelle desarrollando su trabajo. Su hijo Washington Roeb Ling se hizo cargo de seguir con la construcción del puente, pero en 1872, a consecuencia de la descompresión tras sumergirse en el mar en una cámara submarina, se vio postrado a una silla de ruedas por lo que no pudo seguir con la obra. Su esposa Emily Warren Roebling le sucedió en la dirección de las obras de construcción del puente, que terminaron en 1883. Mientras tanto, nos hemos atascado en el puente. El 12 cilindros de seis litros de cilindrada del G65 sigue girando aburrido con su 621 CV de potencia, que el convertidor de par de la caja de cambios automática sostiene en vacío esperando que se despeje la ruta.

El Mercedes AMG G65 llama la atención en Nueva York

 

Entre los pilares del puente los numerosos taxis amarillos rodean al Mercedes gris mate a 40 metros por encima del Atlántico. Cuando por fin lo cruzamos, giramos a la derecha por FDR Parkway (abreviatura de Franklin Delano Roosevelt, presidente de EE.UU durante la Segunda Guerra Mundial).

Seguimos por Parkway hacia el norte de East River, y ahí encontramos Williamsburg, la zona de moda de Brooklyn. Alcanzamos la fábrica de azúcar Domino y un antiguo rótulo de Pepsi Cola cuyos tonos rojos se reflejan sobre el agua. Giramos a la derecha por debajo de Parkway, llegando por una avenida hasta Manhattan. Debemos frenar para ceder el paso a un Ford Edge de una patrulla de policía y luego seguimos hasta llegar a Times Square.

La mitad de la calle que une Broadway y la 7th Avenue, zona turística, se encuentra en obras. Hay gente por todas partes, aguardando en largas colas delante de teatros, museos y atracciones similares. Un pequeño consejo para turistas: nunca compres uno de estos pases en Nueva York –todos los lugares anuncian la mejor atracción para visitar, pero luego no lo vas a encontrar-.

Rodeando Times Square, el Mercedes AMG G65 atrae miradas, pero en su interior no se encuentra Paul McCartney. Cruzamos la Quinta Avenida en dirección al Bajo Manhattan. El conductor nos está esperando en el hotel para recoger el Mercedes después de nuestro tour.